Universidad de Concepción: Arriba de pié
- Felipe Araneda
- 19 dic 2016
- 3 Min. de lectura

Como profesa el himno de la Universidad, debemos levantarnos, pero esta vez del fondo, al que caímos presos de las apuestas inconclusas, las partidas inesperadas (por los hinchas al menos), las malas decisiones y los malos resultados, obviamente. Pero ahora, por primera vez en nuestra historia, ni siquiera en el fatídico descenso de la liguilla del 2012, y en 22 años nos encontramos en el fondo de la tabla. Último, el colista.
La mesura en el presupuesto, la grúa trabajando poco y apostando mucho sin duda en algún minuto iba a pesar en un camarín que pide a gritos a un caudillo, a uno distinto que se agrande, que llegue a caerle mal al resto de soberbio, uno que ‘se crea el cuento’ y ‘se pase para la punta’ cuando el plantel viaje a la capital y éste le responda a un reportero de Fox que vamos a salir a ganar el partido. Porque esta situación no tan solo lo amerita, sino que también lo demanda.
Un espíritu que nos enaltezca y nos levante de un fondo de puntos, pero también de un fondo moral del cual todos, jugadores, dirigentes, hinchas y cuerpo técnico nos debemos sentir responsables. Sea por vergüenza deportiva o por amor a la camiseta, ya no es importante realmente. El próximo semestre esta en juego el amor propio, el prestigio deportivo y por supuesto, la camiseta.
Pero nosotros como hinchas, no nos podemos mantener al margen. No podemos ser como esos que miran todo desde la tele y gritan los goles por Facebook, celebrando campeonatos. No podemos esperar que todo mágicamente, o por justicia divina, comience a funcionar como corresponde. Como simpatizantes e hinchas de un equipo joven, inmerso en una ciudad que cuenta con dos equipos convocantes y lleno de partidarios de tres o cuatro equipos “grandes”, no podemos esperar a que todo se arregle por si sólo y debemos responder con nuestro apoyo.
Dicen que de lo malo, nacen cosas buenas. No esperemos a tener a una Corporación Deportiva hundida en los potreros o a una Sociedad Anónima Deportiva que tiene por rehén a un Club que nunca debió perder esa identidad y retroalimentación tan necesaria para tener un vínculo verdadero con su comunidad más cercana. Ambos escenarios ocurrieron ya en la zona, ¿Por qué habría de ser distinto para nosotros si no le respondemos al equipo y le brindamos nuestro apoyo desde dentro?
Cualquier club que se quiera denominar como exitoso necesita de una retroalimentación constante con múltiples actores y estamentos. ¿Por qué tendríamos que esperar que el club caiga en abandono para rescatarlo? ¿Por qué estamos en esta situación? ¿Por qué nadie dice nada?
Si queremos hacer cambios verdaderos, que se escuche nuestra voz, sentirnos parte de la Corporación, y de la única forma es pagando, ¿Cómo podremos participar si no podemos costearlo? A mí no me vengan con esos cánticos de que se vayan todos. Por que no podemos echar a nadie, ni ayudar a levantarnos. No se trata de romper con todo. Se trata de inclusión, como primera herramienta de participación que busque mejorar lo ya construido, se trata de pertenecer por lo menos para formar parte y seguir existiendo, sino, ¿de qué otra forma se podría?
Les invito a recitar ese verso del himno y a reflexionar cómo levantarnos. Porque si nos queremos levantar por golpe de suerte o que otros se iluminen de repente mejor cerremos por fuera, nos merecemos cada gol perdido.
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