Inmortal
- Luis Pereira Valdebenito (historiaurinegra)
- 23 dic 2016
- 11 Min. de lectura
Inmortal (Del lat. immortalis.) adj. Que no muere o no puede morir; eterno, imperecedero, VIAL.
Cada vez que contamos una historia tratamos de acomodar los acontecimientos que consideramos importantes en un orden definido, usando muchas veces para ello una la línea de tiempo. Ésta, sin importar su tamaño o longitud, siempre será representada con un inicio y un final acabado en flecha, señalando así la inexistencia de un punto de fin que rompa el infinito de la historia y haciéndola por siempre imperecedera. La historia de mi club y su esencia es esa, la de no tener un fin, la de ser inmortal.

Existen muchas expresiones de lo que es la inmortalidad; la perennidad de esencia, es la que mejor define el carácter de este club, y en mi opinión corresponde a la mejor clase de Inmortalidad a la que algo o alguien podrían aspirar o poseer. Porque ya no hablamos de un simple nombre o de un hecho que no se olvida; hablamos de un todo, que en su conjunto queda grabado en el inconsciente colectivo para siempre, haciéndolo eterno, un elemento cuya esencia y realidad perduran en el tiempo sin importar lo que pase.
La forma de pensar, los sueños, deseos, anhelos; logros, temores, emociones; cualidades propias de un ser humano, trascienden lo corpóreo, lo material y el mismo tiempo, haciéndose carne en un Club de Fútbol Penquista; que nos apoden “el Inmortal” no es una condición gratuita, para muchos nuestra historia es el guión perfecto de una macabra pesadilla, pues sabemos más que nadie, de sufrimiento, tropiezos y obstáculos, pero también lo que es la dicha, la felicidad y el amor.
¿Qué hace que un club sin grandes títulos, pobre como el que más, y que actualmente juega en la tercera (cuarta) división de este país, despierte una devoción casi sacra, que raya en la locura extrema, que cruza generaciones y fronteras, y que en hinchada supera por mucho a una gran cantidad de equipos de Primera? Pese a haber dejado el profesionalismo hace algún tiempo, Arturo Fernández Vial, sigue siendo uno de los decanos del fútbol chileno, por eso la pregunta cae de cajón: ¿Por qué?, ¿Cuándo dos colores plasmados en un escudo y una camiseta amarillo y negra se hicieron imperecederos en esencia?, ¿Desde cuándo el VIAL es inmortal?, ¿nació o se hizo?, ¿Germinar en el seno de la clase obrera y ser por muchos años símbolo de lucha popular; o aceptar vivir décadas relegado en el amateurismo, antes de morir como tal y perder su historia?….¿Qué tiene el VIAL que nada ni nadie pueden contra él?

Unos dirán que la Inmortalidad es una cualidad que tenemos desde nuestros orígenes. Fundado por obreros sindicalistas, de profundo carácter internacionalista y libertario, en diciembre de 1897; el International F. C. de Concepción, se transformó en la amalgama perfecta entre el quehacer político-social de la época y la pasión deportiva de todo un pueblo.
La institución que agrupaba a trabajadores de la maestranza de Ferrocarriles del Estado residentes en la ciudad, se caracterizaría para siempre, por ser parte del motor dialectico que movió la vida regional y la de buena parte del país durante muchos años; cualidad ancestral que hasta nuestros días ha marcado la vida del club y su gente, literalmente a sangre y fuego. Sin embargo, para muchos entre los que me incluyo, no fue sino hasta el año 1903, en que el club adquiere la inmortalidad por sí mismo, al ser rebautizado con su actual nombre.
Mayo de 1903, y la huelga de los trabajadores ferroviarios y estibadores portuarios, en Valparaíso, llegaba a un punto sin retorno, sacudiendo no solo a la ciudad sino también al país entero. El puerto ardía en un delirio incendiario, las acciones policiales dejaban enormes saldos de muertos y heridos, tras los violentos enfrentamientos con los huelguistas, por tercera vez Valparaíso era declarado en estado de sitio.
La orden era clara: “Almirante, disponga usted de la inmediata dispersión de esta gente, aun poniendo en práctica los procedimientos más violentos, usted me entiende…” con estas palabras el presidente de la República, Germán Riesco, nombró al Jefe de Plaza de Valparaíso de ese entonces; Arturo Fernández Vial, Interventor de Ferrocarriles; puesto y orden que le otorgaba las máximas atribuciones, direccionadas a acabar con el problema a como dé lugar; sin quererlo tenía nuevamente a Chile en sus manos, esta vez no en una bandera, sino en la vida de miles de obreros.

En medio de las discusiones, el almirante Arturo Fernández Vial, participe del combate Naval de Iquique, ácrata por convicción y humanista por esencia, en lugar de usar la fuerza bruta y asesinar a los obreros y sus familias, ignorando las órdenes y despreciando sus atribuciones, propuso un tribunal para zanjar las diferencias entre los trabajadores y los patrones; el diálogo e intercesión a favor de los huelguistas, por parte del marino sobreviviente de la esmeralda, permitió la aceptación de gran parte del petitorio de reivindicaciones que los obreros exigían, comprometiendo incluso mejoras para los trabajadores en post de establecer leyes de carácter social y de protección a la clase obrera, logrando de este modo su objetivo, sin derramar una sola gota de sangre.
Tal hecho, inmortal por sí mismo, generó admiración entre algunos de los trabajadores ferroviarios de Concepción, un mes más tarde, y con el almirante aun vivo, un grupo de obreros socios del Internacional, F.C. en agradecimiento a este hombre de mar que llevó a buen término su labor de mediador; en un lugar indeterminado al interior de la Maestranza de Ferrocarriles del Estado de la ciudad, decidieron rebautizar al club el 15 de junio de ese mismo año con el nombre de “Club Deportivo Ferroviario Almirante Arturo Fernández Vial”, desde ese lunes y para siempre, se lo conocería con el nombre del formidable marino, que lucho por los obreros. Hecho por sí solo memorable y sempiterno; y que marcaría para siempre la historia de este club con el nombre de un mortal, pero que sin quererlo estaban destinados a la inmortalidad.
La Historia deportiva de los inicios del VIAL es laureada y conocida por muchos, durante varias décadas fue uno de los mejores equipos amateurs de Chile. Con el paso de los años, los aurinegros se convirtieron en una potencia local, disputando palmo a palmo la popularidad con el otrora gigante Lord Cochrane, constituido el Torneo Regional del Sur, ambos fueron permanentes animadores. El Almirante se erigió entonces como el representante de los sectores obreros y más populares de Concepción, en contraparte de su rival albiverde ligado en su mayoría a la clase acomodada.
Llegó la década de los 60´ y el fútbol profesional chileno hizo el intento de integrar a los chilenos que vivían al sur de Talca, en un solo campeonato nacional. Concepción era la vedette de ese entonces, con la promesa de un nuevo estadio y miles de hinchas entusiastas por ver partidos “de verdad” el VIAL iba con todo, por fin se abría una puerta para ingresar al profesionalismo y ver así, de que estábamos hechos, sin embargo, lo que parecía fácil, se hizo imposible, y sin quererlo se convertiría en una de las marcas registradas de la inmortalidad de este club, a nosotros siempre nos costara el doble, por eso cuando triunfemos gustara mas, sufriremos como ningún otro, por eso nos enamoraremos de estos colores.

Durante esos años fueron muchos los intentos por entrar al fútbol profesional, pero siempre pasaba algo, las fuerzas fácticas de esta nación, históricamente marcadas por intereses económicos y políticos, confabulaban para hacer de VIAL presa de la muerte en cada intento. La dirigencia central, con una actitud ciega y muy similar a la de la ANFP años atrás, decidió aplicar a Concepción, la funesta política de “un club por ciudad” que a mediados de esa década era la norma para cada provincia al sur de Santiago.
Para aspirar a un cupo en el profesionalismo, todos los clubes locales debían fusionarse. Pero pedirle eso al VIAL y al Lord era como si en Santiago se hubiese exigido que Colo-Colo y la U. de Chile se fusionaran en un absurdo Santiago Unido F.C. Era Imposible y ambos se negaron. Sin embargo, el Lord Cochrane decidió hacerse a un lado y traspasarle su plantel casi completo al nuevo y flamante Deportes Concepción (resultado de la fusión de clubes penquistas más pequeños) proceso que quedaría marcado para siempre por maniobras dirigenciales truchas desde la capital e intereses económicos y políticos de entidades de la zona, los que jamás se han esfumado perdurando hasta el día hoy; no por nada actualmente se debaten entre el olvido y el desdén, a causas de los mismos argumentos que le dieron origen.
Por su parte Fernández Vial, en un gesto de dignidad y consecuencia eterno e inédito en la historia del fútbol chileno, rechazó de plano sacrificar más de 60 años de historia e identidad proletaria, y es que la exigencia de diluirse y formar un nuevo club nuevo, con nombre y colores ajenos, sepultando décadas de historia, era impensado. ¿Cómo se renuncia a lo que se ha sido? ¿Es posible renegar de la propia biografía? era, finalmente, un cuestionamiento ético intransable, y del cual se sostiene hasta el día de hoy el orgullo y admiración por este club.
Pese a la popularidad del VIAL, la fundación de Deportes Concepción despojó por secretaria al club de ocupar su legítimo puesto en el futbol profesional. Las ganas de no morir, de no venderse, de no dar así como así su historia y echarla al olvido, fueron más fuertes y desde ese momento sumaron en hacerlo inmortal. El Lobby de los ‘Lilas´ con la Asociación Central de fútbol sumado a intereses de corte político y el apoyo del banco Concepción, impidieron por casi 20 años el ingreso del club al profesionalismo; hasta marchas se hicieron por lo que consideraba una injusticia, rebeldía sobraba, en 1968 se organizó una masiva movilización hacia Santiago, el viaje en tren, repleto de vialinos, culminó con una multitudinaria marcha desde la Estación Central a La Moneda, cerca de tres mil simpatizantes, dejaron una carta al presidente Frei. Nunca se conoció su respuesta.
Fue así como el VIAL durante dos décadas se refugió en el amateurismo, y desde allí comenzó a cimentar su historia; pese a competir en campeonatos miserables, el VIAL se mantenía como referencia familiar imperecedera, complicidad de bohemios, señal de identidad penquista, orgulloso de una tradición indomable y provinciana. Esa misma marginalidad hizo crecer aún más en los hinchas el orgullo por el origen y la historia de este club.
No fue sino hasta año 1981 con la creación de la Tercera División en que VIAL pudo demostrar de qué estaba hecho. Desde sus orígenes había sido un club con fuerza y estirpe obrera, por ello no dejaría escapar la oportunidad y una vez más desde abajo iniciaría la conquista de su objetivo; como era de esperarse ese mismo año se consiguió la meta, consagrándose asi como el primer campeón de la Tercera División, no conformes con esa hazaña, en la temporada siguiente y tan solo con un año como profesional, de la mano del DT Alex Veloso, y de Jugadores como el uruguayo Nelson Acosta, en una meteórica campaña subió a primera división. Hasta el día de hoy Fernández Vial la única escuadra en conseguir este logro a nivel nacional.
Deportivamente los años posteriores en primera fueron de altos y bajos, el club nunca pudo consolidarse como es debido, dirigencialmente seguíamos siendo amateurs en un mundo de profesionales y nos convertimos en un equipo ascensor. Es muy extraño lo que pasaba con el VIAL, pues pese tener una gran popularidad, nunca supo organizarse como un equipo grande y luchar siempre arriba, o por lo menos mantenernos en el fútbol de élite, pero ya está es lo de menos, en lo favorable y en lo adverso…hasta que la muerte nos separe dicen algunos por ahí.
Sin embargo, el VIAL no sería lo que es, sino fuera también por su gente, la barra vialina sin lugar a dudas ha marcado la historia del club, la solidaridad y la lucha como han sido históricamente los motores de la hinchada del Inmortal. Así es como desde sus inicios con la banda de los “Chicos Malos” allá por 1968 y luego durante los periodos más oscuros de la dictadura militar, en las gradas del estadio no solo se escuchaban cánticos de aliento al equipo sino también gritos de Furia y Guerra contra de Pinochet y la dictadura gorila, hubo otros clubes que también se sumaron, pero la primera barra del país que se definió políticamente contraria al régimen y que gritó con voz clara y firme; fue la nuestra. Tanto así, que hasta el día de hoy, pese a la remodelación, el estadio de Collao sigue vibrando y la gradería de Tehualda tiembla de tanto salto y de tanto grito contra de los milicos asesinos. Tal como hace más de treinta años en cada partido, las fuerzas especiales rodean a la hinchada, como queriendo contestar con infame represión el grito de aliento “El Vial Unido, Jamás Será Vencido”.
¿Cómo es posible que el vial siga presente, a quien se le ocurriría pensar que el club todavía siga vivo después de tantas vendettas?. No han sido fáciles estos 113 años de 'historiaurinegra'. El 2013 algunos quisieron dividir al club, llevándolo a la peor crisis institucional de su historia fue un año para el olvido, hubo dos Viales, dos planteles compitiendo en dos torneos diferentes. No era que nos desdobláramos: eran dos facciones que con un idéntico fervor y que reivindicaban una historia común, fisura que dejo en evidencia la fractura de un club agobiado por innumerables y continuas crisis de financiamiento, una vez más vivimos en carne propia una experiencia de inmortalidad esta vez más espiritual que deportiva.
El VIAL de tercera ese año subió, pero adivinen, la ANFP una vez más nos cagó de vuelta y nos hicieron perder dos años; sin embargo la barra, la Furia Guerrera y todo el pueblo vialino jamás abandono al equipo, se quedó apoyando siempre, haciendo vida la frase de la cual nos enorgullecemos “Nunca estarás solo”, incluso sin jugar, la campaña NO MATARAN AL VIAL, fue otra de expresión para enrostrarles a todo que VIAL es Inmortal, a quien se le ocurriría seguir alentando a un club que materialmente no existía, si sobrevivimos fue aferrados a una identidad centenaria, a un amor que lo puede todo.

Este 2016 cual fénix, literalmente renacimos desde las fauces de la muerte, sobreviviendo a punta de esfuerzo y lucha, no hubo más de donde agarrase; con una dirigencia de hinchas que hizo en gran parte bien las cosas, estuvimos a punto de subir, y dejar atrás esta división de mierda, con árbitros malos, dirigentes de la ANFA con una miopía, falta de criterio y centralismo impresentables, con mano blanda para algunos, pero garrote firme sobre nosotros, y que hoy, tras sucesos ocurridos durante el año, nos tiene a todos tiritones, por una posible desafiliación.
Cada domingo en cada grito de gol se hace presente no solo la idea de subir, sino también la de acabar con toda esta mierda en la que se ha convertido este deporte, mero mercado de transacciones multimillonarias e intereses de clases dominantes, con SADP que a toda costa quieren arrebatarnos lo nuestro. A pesar de ello, quedamos algunos tercos de mollera, resistiendo y poblando las canchas de todo Chile y el mundo con nuestros colores, y aunque algunos lo quieran desconocer seguimos siendo esa clase obrera terca y visceral de los orígenes, a pesar de los problemas y los obstáculos, seguimos cantando alegremente cada vez que ganamos, y mucho más fuerte cuando perdemos, somos los que no tranzaremos jamás.
Cada día la esperanza resurge al ver a un niño o niña saliendo de la maternidad con los colores y el escudo aurinegro en el pecho, cada día somos más, los que estamos dispuestos a participar de una nueva aventura dominguera junto a ese sol abrazador que quema, ya sea de visita o de local, muchas veces sin importar el resultado, ya que el solo hecho de estar ahí y ser parte de esta historia nos convierte en ganadores.
El simple hecho de tener una anécdota que contarle el día de mañana a tus nietos; de que estuviste allí ese día, en ese partido defendiendo los colores heredados por sus bisabuelos, hermanos, primos, tíos, demostrando en cada canto, en cada grito, la pasión por el Vialito; mojando con sudor y lágrimas la camiseta del inmortal, para decir con orgullo que jamás lo abandonaste, no tiene precio. Por eso, y luego de más de un siglo de historia, el Inmortal sigue de pie, en lucha, no solo deportiva sino también social y porque no decirlo de clase; una lucha que daremos hasta vencer, apelando siempre a nuestros orígenes, historia e identidad, haciéndose inmortal gracias a una hinchada fiel y obstinadamente, aferrada incansablemente a los valores que nos dieron origen; porque que no importa en qué división estemos, porque incluso no estando como hace años, estuvimos igual, porque el VIAL sin lugar a dudas representa mucho más que un equipo de fútbol, VIAL es una historia compartida, una devoción por la memoria, la identificación con lo popular, una opción de ser, una pertenencia con los otros, un desertor de lo pasajero, una comunidad, una vida. Por eso y mucho más somos Inmortales, carajo.
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