¿Qué hicimos para merecer esto?
- Jairo Avendaño
- 26 dic 2016
- 4 Min. de lectura

Decadencia. Este es el término que podría describir la evolución de los equipos de la Octava Región durante la última década. Y es que en menos de diez años, pasamos de tener cinco equipos en Primera División a tener dos, uno colista y otro rasguñando la medianía de la tabla, con un técnico que no convence al paladar de sus hinchas, que insisten en pedir su salida.
El panorama gris no solo se refleja en el campo de juego. En las oficinas se juegan partidos similares, con resultados en contra, que afectan directamente a los equipos de la zona. En este contexto es que me pregunto ¿Qué hicimos para merecer esto?
En 2006 llegué a Talcahuano, contento con el panorama futbolístico que ofrecía la zona. Y es que venía de Arica, donde un humilde San Marcos luchaba en la ‘B’, representando a una ciudad cuyo único programa pelotero era ver jugar al ‘Santo’ semana por medio, cuando correspondía localía. En la Octava Región el panorama era completamente distinto. Había equipos ‘para regodiarse’: choreros, familias ‘siderúrgicas’, ‘ferroviarias’, penquistas, universitarios, chillanejos, mineros y angelinos. Todos estaban representados.

Ocho clubes representaban a la región, la tercera del país con más equipos tras la Metropolitana y la de Valparaíso. Había fútbol cada semana y en distintas comunas. Algunos ya estaban consolidados en Primera División, otros luchaban por llegar a ella. De un año a otro, en 2007 el Bío-Bío pasó de tener dos representantes a cinco y, de este modo, convertirse en la segunda zona con más equipos en la categoría.
Deportes Concepción, Huachipato, Lota Schwager, Ñublense y Universidad de Concepción luchaban en la máxima categoría del balompié criollo. En la ‘B’, Fernández Vial representaba férreamente a la región. En Tercera División estaban Naval, Iberia, y el Deportes ‘Conce’ y Huachipato ‘B’. O sea, además de estar en Primera, también presentaban filiales que le peleaban de igual a igual a equipos consolidados que luchaban por el ascenso.
Los equipos, conscientes de lo que significaba representar a su gente, peleaban de igual a igual contra los equipos santiaguinos. No se achicaban ante nadie, y hasta rescataban triunfos y empates en los principales coliseos de la capital, como el Monumental, el Nacional o San Carlos. En las divisiones de ascenso no lo hacían nada mal, peleaban codo a codo el ascenso y si les iba mal, sabían levantar cabeza.
Hoy, lamentablemente, el panorama es completamente distinto. Como es la tónica en la última semana de diciembre, los medios repasan el año de cada equipo y los diarios de la región no fueron la excepción, ¿pero qué se podía destacar, si el año terminó de la peor manera? Y digo peor, porque no imagino una crisis más profunda
En Primera, Huachipato con un plantel joven que no superaba los 22 años de edad en promedio, luchó por alcanzar la medianía de la tabla. Varías fechas estuvo último, y hasta compartió el último lugar con la Universidad de Concepción, que terminó colista, con un Ronald Fuentes despedido y un Francisco Bozán que no supo revertir la situación.
En la ‘B’ el panorama no marca mucha diferencia. Iberia y Ñublense figuran bajo la medianía de la tabla: décimo y undécimo, respectivamente. En Segunda División, tras un gran inicio en el segundo semestre al mando de Correa, Naval no supo terminar el año de la mejor manera. Alcanzó el liderato de la zona sur, pero en la fase nacional cayó en decadencia: dos derrotas, un triunfo y un empate. Este último, con dos jugadores más que el rival gran parte del segundo tiempo.

En Tercera ‘A’, Fernández Vial no logró el ascenso. Lo que fue considerado un fracaso, pues luchó codo a codo pero no supo finiquitar la obtención de los puntos clave para subir a Segunda División. Mención aparte para Deportes Concepción y Lota Schwager, hundidos en una crisis dirigencial. El primero, desafiliado, el segundo, ‘a punto de’.
Lo de Deportes Concepción golpeó a toda la región. De la mano de Ariel Pereyra, los lilas alcanzaron la clasificación a la liguilla de ascenso el primer semestre, pero la horrible administración de la sociedad anónima terminó por poner fin al sueño de volver a Primera División. Dirigentes sin ética que vieron en este histórico club y de tradición familiar, una gran oportunidad de inflar sus bolsillos. Actos que culminaron en un cuestionable acto de la ANFP: la desafiliación del ‘León de Collao’ en abril. Una puñalada a este ‘León’ que, de la mano de sus hinchas, rugió más fuerte.
Por su parte, Lota Schwager está en el abismo. Con dos meses de sueldos impagos, la ‘Lamparita’ fue citada este martes al tribunal respectivo de la ANFP y arriesga la desafiliación. En menos de un año, dos clubes de la región podrían ser víctimas de irresponsabilidades y malas intenciones de dirigentes que solo piensan en su interés personal. Los hinchas no merecen esto.
¿Cuánto más habrá que esperar? ¿Cuál es el límite? ¿A qué punto pueden llegar estos dirigentes que, alejados de los hinchas, solo piensan en intereses personales y perjudican a estos históricos equipos de tradición familiar? Los hinchas no merecen esto. La región no merece esto.

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