Sí, soy de Iberia
- Yerko Ortíz
- 20 feb 2017
- 2 Min. de lectura

Cuando hablo de gustos en el fútbol por primera vez con alguien es común que reciba dos preguntas "¿En serio te gusta Iberia?" y “¿Por qué?”. Y claro, los entiendo. En un país tan centralista como el nuestro si no eres de Colo-Colo o la U eres un bicho raro y casi un loco. Para muchos es difícil asimilar que existen personas que son hinchas de equipos de provincia. De esos que raramente los nombran en la televisión o en los diarios. De esos que si no juegan con un “grande” de Santiago no les pasan más de 30 segundos de compacto. De esos acostumbrados a “patear la perra”. Pero existimos y aquí estamos.
Mi respuesta a la primera pregunta es clara: “sí, soy de Iberia”. Y lo digo con orgullo, porque no hay una camiseta en el mundo a la cual ame más que azulgrana, ni siquiera la de la selección. Más de alguno pensará que está mal, pero que se le va a hacer. Es así. Cuando Chile pierde con Brasil en el Mundial del 2014 no sufrí como cuando perdimos un partido de la liguilla de ascenso de Tercera en Chillán contra Barnechea el 2011. El palo de Pinilla no me duele tanto como un penal desperdiciado contra el “gran” AGC Cabildo el 2009. Y para que hablar de la sensación que sentí el día del ascenso a la Primera B. Con ninguna de las dos copas ganadas por la selección tuve esa sensación de felicidad que tuve ese glorioso domingo 30 de marzo del 2014. Y no es que no me alegré cuando gana la selección (ya que si lo hago), pero no se compara a lo que siento tras un triunfo de Iberia.
Y el por qué es difícil de argüir. La herencia familiar tiene influencia. Mi viejo es tan fanático como yo. Estuvo en la cancha el fatídico día en que descendimos frente a Santiago Wanderers. Me empezó a llevar cuando apenas yo tenía 3 años. Estuvimos ahí sin importar el rival, el clima o la posición en la tabla. Varios de mis momentos más felices de mi niñez fueron siguiendo a Iberia, ya sea en el municipal angelino o en otros estadios. La ciudad también influye. Amo a Los Ángeles, por lo que me sería imperdonable el ser hincha de un equipo de otra zona.
Pero el motivo fundamental no tiene explicación. Al menos no una que se pueda reducir a una respuesta con palabras. ¿Y por qué? Porque el resto de la gente difícilmente va a comprender lo que siento cada vez que veo la camiseta con las franjas azulgrana y la I en el pecho. Lo que siento cada vez que entra el equipo a la cancha. Ese sentimiento desgarrador cuando la hinchada visitante grita un gol en tu estadio. La pena que siento tras una derrota o la felicidad tras un triunfo. Hay un cántico que dice “el que no lo siente no lo va a comprender”. Y puta que es cierto. Porque en la tierra, después de mi familia, no hay nada que más que a la azulgrana. Sí, soy de Iberia.
Foto: Fútbol Rebelde
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