La escuela del Vial
- Juan Pablo Orellana
- 24 feb 2017
- 4 Min. de lectura
Se inicia el año escolar en la escuelita del Almirante, los ramos que hemos elegido son historia y filosofía. Dos asignaturas vilipendiadas por la élite porque así más fácil nos gobiernan, pero la escuela del Almirante es diferente. No educa para adoctrinar sino para liberar; liberar una pasión que nos hace libres porque nos hace oponernos a todos los valores dominantes. Si la sociedad capitalista dice que la pasión tiene que convertirse en negocio, nosotros le demostramos que no vale la pena, que preferimos el Club, nuestro club a seguir a una empresa. Si nos dice que no vale la pena sufrir por amor, les demostramos que bajo la lluvia del sur se llora mejor. Si dice que hay que mantenerse primeros para vivir, le enseñamos nuestra filosofía, que es la de perdurar en nuestra invariante ferroviaria, en nuestra historia y en nuestros valores. Por eso quiero contarles algo:
Cuando la mufa se instala en un camarín es difícil exiliarla. Como una plaga, contagia la cabeza de los jugadores, después inmoviliza las piernas o pone la derecha donde va la izquierda o viceversa.
Son cosas que siempre les pasan principalmente a los equipos sin historia. Se nota de inmediato si la plaga se ha vuelto viral, porque si un jugador va corriendo y le pega tremendo zapatazo a la de cuero, y se ve desde todos los rincones de la cancha que esta va derechito al arco, pero ¡pah!... choca con el travesaño y sale despiadadamente por un rincón, es porque la mufa está haciendo de las suyas. O por ejemplo, si el equipo corre como perro, tranca como buey en barro y pierden 1-0 en los últimos minutos, es porque la mufa está rondando vengativa y deseosa.
Y si el equipo chico está con la mufa al hombro, pasan cosas que nunca deberían pasar: por ejemplo, que el arquero deje la pelota en el pasto para hacer su saque, pensando que había una falta de por medio, venga un delantero y se instale frente a él, se la robe y la encaje en el arco, a vista y paciencia de todos los mufados. Este tipo de actos decretan la bancarrota moral de un equipo y la mufa se abraza para siempre a otro equipo sin historia. Es
Cuando pasan esas cosas de equipo sin historia, es porque la mufa se tomó el camarín, la hinchada y todo el conjunto es una sumatoria de mufas. Como les decía, son cosas que siempre, pero siempre, siempre le pasan a los equipos sin historia.
Pero el Vial, el Vial es el Vial carajo. Al Vial no se le mete la mufa al camarín porque nos exorcizaron de esos malos espíritus jugadores como el Loco San Martín, Onofre Pino o Luis Reyes por nombrar a algunos pocos de los que nos heredaron el bicampeonato regional del 58 y 59 y que derrotó al campeón (supuestamente nacional de la ACF) vigente (Santiago Wanderers) por un categórico 6 a 1.
Exiliaron a la mufa de nuestro camarín, nombres como Horacio Muñoz, que representó a la naciente nación aurinegra en el sudamericano de 1920. Es el mismo Horacio Muñoz junto a Manuel Figueroa, quienes refuerzan la “jira” internacional de Colo Colo, solicitados se dice, por el mismo Arellano que ya había sufrido senda derrota en nuestra cancha.
No podemos conocer la mufa, si el Vial es el primer equipo chileno en ganar un torneo en tierras trasandinas. Nos declaramos campeones de toda una década (1920-1930) y con el sentimiento de potrero, le ganamos a un Colo Colo ya profesionalizado. Así que no me vengan con la mufa; díganle eso a Alberto Robles, Pancho Sánchez, Miguel Pino, el arquero que le ganó al Colo Colo campeón del regional Santiago. Preguntenle porque no nos puede tocar la mufa a los jugadores que nos representaron en el primer mundial de la historia en 1930. Como les decía, jugadores de esa estirpe desarrollaron para el Vial una vitamina que aleja la mufa para siempre. Dicen que hasta Mario Alberto Kempes (el 10 matador, goleador en el mundial de los papelitos) bendijo la camiseta aurinegra contra esa enfermedad de equipo sin historia.
Esto es Vial señoras y señores. Aquí se juega con raza, con dedicación y voluntad y no se moja la camiseta: SE SANGRA.
El que no entienda eso, jugador, técnico, dirigente o hincha, que se devuelva por donde mismo vino. Tenemos más de un siglo de tradición, nuestro club es un aula y su bandera es una lección que se aprende luchando y batallando. Como dijeron por ahí y que lo adosamos como propio: HEMOS VISTO AL VIAL GANAR, HEMOS VISTO AL VIAL EMPATAR, HEMOS VISTO AL VIAL PERDER, PERO NUNCA LO HEMOS VISTO ENTREGARSE. Y no será precisamente este campeonato que lo tengamos que ver. Cómo dice nuestro himno: de gente humilde, de sangre obrera; solo queremos eso: la voluntad de luchar cada pelota, de que el plantel puedan convertirse en patrimonio de nuestra institución y podamos lograr lo que entre todos nos hemos propuesto: hacer cada vez más grande al Club y dignificar el nombre del Almirante que defendió a los trabajadores. Tenemos una filosofía bastante clara: amamos al pueblo porque somos pueblo. El Vial no es un equipo más por el cual se pasa. El Vial es un estado del espíritu, lo expliqué con la idea de la Invariante Ferroviaria, el Vial es mucho más que un club de fútbol. El Vial es una voz, es una fuerza. ES UNA FORMA DE EXPRESIÓN QUE EL PUEBLO TIENE. Ojalá esa voz se haga respetar en los partidos, ojalá que los jugadores se enamoren de esa expresión popular y ojalá que este año logremos ser el primero de la clase.
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